Lluís Domènech i Montaner utilizó la simbología de una nave para alojar los restos del rey Jaime I. No es una nave cualquiera, es una nave sumamente bella y lujosa, de pórfido y decorada con mosaicos. La tumba está guiada por dos esculturas: un ángel a popa y una figura femenina a proa; ambas transportan al rey de la vida terrenal a la vida espiritual. Por encima del féretro hay un doselete soportado por cuatro columnas cilíndricas a cada lado rematadas por pináculos; su base es frágil, reposan encima de las olas por las que avanza la nave real. Domènech i Montaner dejó constancia, desde la base donde descansa la tumba hasta el interior del doselete, y gracias al trabajo escultórico y al uso de los mosaicos, de cuáles eran los símbolos que caracterizaron al rey Jaime I: sus coronas, sus escudos, que narraban sus conquistas, y sus reinos. A pesar de que la Comisión de Monumentos de Tarragona encargó el mausoleo en 1906, la obra no descansó en su lugar actual hasta el año 1992, tras buscar el mejor emplazamiento para ella.
Patio del Ayuntamiento de Tarragona - Horario: de lunes a viernes, 9 - 20 h